Conquista

por | Abr 26, 2020 | RELATOS ERÓTICOS | 0 Comentarios

HOY, DÍA DE LA VISIBILIDAD LÉSBICA, Cynthia Muntsa, una de nuestras chicas «teteras» nos regala este regalo erótico lésbico para que disfrutemos de el…

Llegué a casa tras el trabajo. Abrí la puerta y ahí estaba ella, esperando. Cerré la
puerta. Coloqué las llaves en su colgador. Solté el bolso y el abrigo y me dirigí hacia ella.

-¿Y ese traje? ¿Celebramos algo? – Le dije.

Se había puesto un traje de chaqueta, elegante, negro. Bajo ella una camiseta con decorados en encaje asomaba juguetona, dejando al descubierto parte de sus senos, esa forma redondeada que me vuelve loca.

-A estas alturas creo que y sabes lo que se «celebra» cuando me presento con esta elegancia.

Mientras sus labios deslizaban esas palabras redujo la distancia entre nosotras llegando a la mesa donde había dejado una copa y un vaso. Me ofreció el vaso y continuó con tono juguetón.

-Te he preparado una copa.
Me acercó el vaso, el cual cogí y acerqué a mi labios. Qué delicia. Pero no más que ella.

Acerqué mi cuerpo al suyo, mis labios a sus labios, y tras un pequeño beso discreto y un gracias deslicé mi mano por la solapa de la chaqueta apreciando el tacto de esta y la curva que realizaba al pasar sobre los pechos de esa diosa. El roce de mis dedos, incluso sobre la tela de la americana, provocaron excitación en ella, haciendo que su cuerpo se estremeciera y hundiera su cara en mi cuello.

Besó mi cuello, esa sensación era mi perdición. Una oleada de placer recorrió mi cuerpo, estremeciendo mi vientre y acelerando mi respiración. Dejé el vaso, necesitaba mis dos manos, necesitaba el máximo contacto con su cuerpo. Deslicé las manos por debajo de la chaqueta, encontrándome con la camiseta de encaje. El resto de la tela era de un tacto similar a la seda. La seda suele ser un material bastante frío, pero ahí, en contacto con su cuerpo, desprendía el mismo calor que ella.

Soltó su copa. El placer que la inundaba tampoco le permitía seguir con ella en la mano. Llevó su mano a mi rostro y con el dedo pulgar acarició mi labio inferior. Ese gesto me volvía loca, y ella lo sabía. Sin poder evitarlo besé su pulgar y lo dejé entrar en mi boca. Cuando salió sus labios estaban tan cerca de los míos que solo pude hundirme en ellos. Nuestras lenguas empezaron un baile de lo más excitante, placentero y húmedo.

Junto a los besos, las caricias se deslizaban por nuestros cuerpos. Nos deshicimos de la ropa, que limitaba nuestro contacto y nos dirigimos a la cama.

Me tumbé y ella se acomodó sobre mí. Al verla ahí, sobre mí, con su pelo envolviendo mi rosto, no pude evitar sonreír. Y ella me devolvió la sonrisa.

-Quiero comerte.page1image23608

Sabía lo que eso significaba. Quería comerme sí, pero quería comer, sobre todo, una parte concreta de mí. Empezó su recorrido de besos en mi boca, sobre mi sonrisa, y tras saludar de nuevo a mi lengua continuó por a comisura de los labios, el borde de la mandíbula, el cuello, cerca del lóbulo de la oreja, más cuello hasta recorrer la clavícula. Continuó por mis senos, saludó a mis pezones que ya estaban duros y pedían a gritos besos y mordiscos. Pero sólo le llevaron un leve lametón como saludo, porque su boca, su lengua, sus labios, continuaron el camino hasta mi cadera, mi ingle, y besaron y mordieron con ganas mis muslos.

Una vez ahí, acomodó su cuerpo y centró toda su atención el mi vulva. Con sus manos acariciaba mis muslos, subía a jugar con los pezones pero siempre volvía ahí, a mi clítoris, a mi vagina, a mi zona de placer máximo.

Besó con delicadeza mis labios mientras, entre beso y beso, deslizaba ligeramente la lengua entre ellos. Sentía mi cuerpo arder y mi sexo humedecerse. Mi clítoris empezó a creces y a pedir con ansia atención. Ella lo sabía, debía sentirlo, y le dedicó unos besos delicados. Sentí como sus dedos separaban mis labios externos dejando al descubierto tomo el esplendor de mi vulva. Lamió, succionó y besó cada parte, haciendo hincapié en las que provocaban que mi cuerpo se retorciera de placer. Y cunado creía que no podría ir más allá, deslizó sus dedos dentro de mi provocando el arqueo de mi espalda. Estaba totalmente entregada a ella. Ella placer era máximo, sentía que iba a explotar y así fue. El climax llegó a mi como una descarga provocando un baile de placer a mi cuerpo, tras el cual, como una onda espansiva, retazos de esa descarga seguían desencadenando colvulsiones en mí. Mientras seguía llamando a esas ondas con el suave tacto de sus dedos en mi clítoris, lento, sin presión, su cuerpo ascendió para fusionarse con el mío y en su cara pude ver esa cara de satisfacción por haber conquistado mi ser.